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sábado, 31 de marzo de 2012

No es lo mismo "Cambio climático" que "calentamiento del planeta"


Las versiones recientes sobre el debate científico respecto al clima con frecuencia desvirtúan lo que realmente se está discutiendo. Sugieren que los científicos todavía están analizando si el clima está cambiando en respuesta a las emisiones de gas de efecto invernadero (GHG), como si fuera cuestión de responder simplemente sí o no. De manera que si un científico cuestiona si la actual elaboración de modelos de clima es adecuada, o si no encuentra pruebas concluyentes de calentamiento global en una serie específica de datos, se dice que él o ella afirmó que "en realidad no hay problema". Sin embargo, en la mayoría de los círculos científicos ya no es cuestión de si el cambio climático inducido por el GHG es un problema potencialmente serio. Más bien, se analiza cómo evolucionará el problema, cuáles serán sus consecuencias, y cómo pueden ser detectadas de mejor manera.
La confusión surge de una impresión general de que "el aumento del efecto invernadero", "el cambio climático" y el "calentamiento del planeta" son simplemente tres formas de decir lo mismo. No lo son. Nadie discute la física básica del "efecto de invernadero". No obstante, algunas de las consecuencias de la física básica, incluidas las temperaturas medias más elevadas debido al "calentamiento del planeta", son menos ciertas (aunque muy probables). Esto se debe a que el problema fundamental de la forma en que las emisiones de gases de efecto invernadero afectan el flujo de energía a través del sistema del clima y la temperatura es solo una de las muchas formas que adopta la energía.
A largo plazo la Tierra deberá arrojar energía al espacio al mismo ritmo al que absorbe energía solar. La energía solar arriba en forma de radiaciones con longitud de onda corta; algo de esta radiación se refleja, pero en un día claro, la mayoría pasa de largo a través de la atmósfera para calentar la superficie de la tierra. La Tierra se deshace de la energía en la forma de radiación de longitud de onda larga infrarroja. Pero la mayor parte de la radiación infrarroja emitida por la superficie de la tierra es absorbida en la atmósfera por el vapor de agua, dióxido de carbono y otros "gases de efecto invernadero" de aparición natural, haciendo difícil para la superficie irradiar energía directamente al espacio. En lugar de ello, muchos procesos interactivos (incluida la radicación, corrientes de aire, evaporación, formación de nubosidades y precipitaciones) transportan energía a la parte superior de la atmósfera a niveles donde emite radiaciones hacia el espacio. Esto es una suerte para nosotros, porque si la superficie pudiera irradiar energía al espacio sin obstáculos, la Tierra sería más de 30° C más fría de lo que es actualmente: un planeta desolado y estéril, más bien parecido a Marte.
Determinando cómo el aire absorbe y emite radiaciones, los gases termoactivos cumplen una función vital en la preservación del equilibrio entre la energía que ingresa y egresa. Las emisiones provocadas por el ser humano distorsionan este equilibrio. El doble de concentración de gases de efecto invernadero persistentes (que se calcula que ocurrirá a comienzos del siglo próximo) si nada cambia, reduciría el ritmo en el cual el planeta puede emitir energía al espacio en aproximadamente un 2%. Como no afectaría el ritmo en el cual la energía del sol es absorbida, se generaría un desequilibrio entre la energía recibida y emitida. El 2% puede no parece mucho, pero en toda la tierra equivaldría a atrapar el contenido de energía de unos tres millones de toneladas de petróleo por minuto.
El clima se adaptará de algún modo para deshacerse de esta energía extraordinaria atrapada por los gases de efecto invernadero generados por los seres humanos. Debido a que existe un fuerte vínculo entre la radiación infrarroja y la temperatura, una probable adaptación sería el calentamiento de la superficie y de las capas inferiores de la atmósfera. Pero es importante darse cuenta de que un clima a mayor temperatura no es el único cambio posible, ni siquiera necesariamente el más importante. El motivo de esto es que esa radiación no es el único mecanismo de transporte de energía en las capas inferiores de la atmósfera (aunque sí cumple una función vital, tiene un cometido de control). En lugar de ello, el equilibrio energético de la superficie se mantiene y las temperaturas de la superficie son controladas por esa compleja red de procesos interactivos que transportan energías hacia arriba y a través de la atmósfera. En contraste con lo que ocurre con la radiación, es muy difícil predecir la forma en la cual procesos como la formación de nubosidades responderán a las emisiones de gases de efecto invernadero.
El calentamiento global es un síntoma de cambio climático, pero no constituye el problema en sí mismo. Puede ser el síntoma más claro que tenemos que buscar, pero es importante no confundir el síntoma con la enfermedad. El problema fundamental es que la actividad en que la atmósfera absorbe y emite energía. Algunas de las consecuencias potenciales de este cambio como la elevación del nivel del mar, dependerán directamente de cómo responda la temperatura de la superficie. Pero muchos de los efectos más importantes, tales como los cambios en precipitaciones y humedad del suelo, pueden ocurrir antes de que exista cualquier calentamiento detectable.
Si un científico argumenta que el calentamiento puede no ser tan amplio o tan rápido como lo prevén los modelos, él o ella no sugiere que se deban cerrar los ojos ante el problema del cambio climático. Lo único que estará tratando de trasmitir es que este síntoma en particular -la temperatura global media- puede no ser confiable. Sabemos que las propiedades radiactivas del aire están cambiando, y sabemos que los efectos climáticos de este cambio serán profundos. Todos los modelos de clima indican que el cambio más importante será el calentamiento atmosférico. Pero aunque no lo sea, otros efectos, igualmente profundos, son inevitables. Estamos alterando la fuente de energía del sistema climático. Se debe hacer algo para amortiguar el golpe.

domingo, 22 de enero de 2012

Los volcanes más peligrosos de la historia

Un volcán es una estructura geológica por la cual emergen el magma (roca fundida) en forma de lava y gases del interior del planeta. El ascenso ocurre generalmente en episodios de actividad violenta denominados «erupciones», las cuales pueden variar en intensidad, duración y frecuencia; siendo desde conductos de corrientes de lava hasta explosiones extremadamente destructivas.

Comenzaremos con los mas destructivos y peligrosos:


Vesubio, Italia

En la pintoresca costa napolitana se encuentra un enorme volcán amenazador que ya una vez demostró su fuerza destructiva al mundo. En el siglo I antes de Cristo una potente erupción eliminó las ciudades romanas de Pompeya y Herculano (actualmente Ercolano), tras haber matado a cerca de 25.000 personas. En nuestros días el gigante se considera peligroso no sólo porque en sus alrededores viven 3 millones de italianos, sino también porque ha permanecido inactivo durante mucho tiempo. Los científicos creen que cuanto más dura el período inactivo, más fuerte sería una inminente erupción. Al mismo tiempo los historiadores testimonian que durante el último siniestro toda la parte del sur de Europa resultó cubierta con ceniza.

Etna, Italia

Es el volcán más alto y más activo de Europa. Representa una seria amenaza para las personas que viven en las aldeas y las ciudades de Sicilia. En 1669 hubo una erupción devastadora en la que la lava destruyó unas aldeas en los alrededores y cubrió una parte de Catania, la ciudad antigua en la costa oriental de Sicilia. En 1992 dos flujos de lava amenazaron a la municipalidad entera, donde viven cerca de 8.000 personas.

Teide, España

Uno de los mayores volcanes del mundo está situado en Tenerife, una de las Islas Canarias (España). Y aunque en la actualidad permanece inactivo, en un futuro próximo el riesgo de erupción es muy grande, y entonces su fuerza destructiva podría ser comparada sólo con el mencionado Vesubio. La Asociación Internacional de Vulcanólogos lo ha calificado como uno de los volcanes más peligrosos del planeta.

Nyiragongo, Congo

Tal vez pueda considerarse el más peligroso de todos los volcanes africanos. En ninguna parte del globo ha habido semejantes ríos y enormes lagos de lava. En 1977 el flujo de lava del Nyiragongo mató a 100 personas, aunque, según otra información no oficial, el número de víctimas de aquel entonces alcanzó unas miles. En 2002 una erupción del gigante provocó por lo menos 45 víctimas mortales en la ciudad de Goma, el 15% de los edificios resultaron destruidos y 120.000 habitantes del lugar se quedaron sin viviendas.

Sakura-Jima, Japón

Desde 1955 el volcán de la isla Kyushu entra en erupción regularmente. Está situado en una región muy populosa, y por eso se considera uno de más peligrosos del mundo, algunos hasta lo llaman ‘El Vesubio Oriental’. La ciudad de Kagosima, donde viven unos 700.000 habitantes, se encuentra a unos pocos kilómetros de la montaña. La Administración local tuvo que construir en esta zona unos refugios especiales donde la gente puede ocultarse de los trozos de monte que se desprenden. La última erupción del volcán fue en marzo de 2009.

Merapi, Indonesia

Esta ‘montaña de fuego’, como la llaman los locales, es el volcán más peligroso de Indonesia y erupciona regularmente: aproximadamente una vez cada diez años. Desde el siglo XVI ha matado de forma regular a las personas que habitan en sus alrededores. En las inmediaciones del volcán se encuentra la ciudad de Yogyakarta, mientras que sobre sus pendientes se sitúan algunas aldeas a una altura de más de 1.700 metros. En 2006 cerca de 5.000 personas resultaron muertas y 200.000 se quedaron sin techo.

Papandayan, Indonesia

Este volcán, que presenta una amenaza seria para los autóctonos, se encuentra en la isla indonesia de Java. En 1772 destruyó por completo 40 aldeas situadas sobre sus pendientes y más de 3.000 habitantes del lugar murieron. El volcán se considera muy peligroso hasta en nuestros días y no es recomendable establecer viviendas cerca. Unos terremotos y erupciones insignificantes se repitieron en 1923 y 1942, y en el año 2002 se registraron unos movimientos bastante fuertes dentro de la montaña.

Popocatépetl, México

A unos 70 km de la ciudad de México se encuentra un asesino enorme que se esconde bajo un glaciar. Se eleva a 5.400 metros sobre el nivel del mar y presenta una amenaza seria no sólo para la capital (con una población aproximada de 9 millones de personas), sino también para otras numerosas ciudades y aldeas que se encuentran en las proximidades. Es el volcán más despiadado de los 20 enormes volcanes de México. En 2000 unas decenas de miles de personas fueron evacuadas, y su erupción entonces provocó el derretimiento de los glaciares.

Sierra Negra, Islas Galápagos

Uno de los mayores volcanes del Archipiélago de Colón (más conocido como Islas Galápagos), Sierra Negra, entró en erupción por última vez en 2005. Las Islas Galápagos son consideradas por los científicos una de las esferas volcánicas más activas del mundo. Solamente en los últimos 200 años se han registrado más de 50 erupciones. Entonces el territorio natural vedado cada día se encuentra bajo amenaza de destrucción.

Yellowstone, Estado de Wyoming, EE.UU.

Aunque la última erupción de este volcán fue hace unos 640.000 años, esta región de géiseres que escupen chorros de agua caliente y vapor a la superficie se considera potencialmente peligrosa. Los vulcanólogos afirman que si el volcán entra en erupción, habrá consecuencias catastróficas para EE. UU. y Canadá. Sin embargo, según los científicos esto no pasará hasta dentro de unos 90.000 años.

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