Los tornados son las perturbaciones atmosféricas más
violentas, y, sin embargo, son demasiado pequeñas para poderlas descubrir en
los mapas sinópticos normales. Su diámetro varía desde menos de 100 m hasta 1
km, aproximadamente.
Un tornado resulta siempre de una excesiva
inestabilidad de la atmósfera con un gradiente vertical de temperatura muy elevado.
También están estrechamente asociados con intensa actividad tormentosa. Su
nombre deriva de la palabra española "tronada" que significa
tormento.
El tornado se presenta al principio como una nube en
forma de columna que se desarrolla a partir de la base de un cumulonimbus.
Cuando el extremo de la columna alcanza el suelo produce daños considerables,
destruyendo edificios y aspirando residuos y polvo. Los automóviles y los
animales pueden ser levantados y arrojados o varios cientos de metros.
La destrucción de los edificios se debe no solamente
a los vientos fuertes, sino también a un efecto explosivo. La caída de presión
puede exceder de 50 mb en menos de un minuto y la gran diferencia de presión
entre el interior del edificio cerrado y el exterior hace el efecto de una
explosión, haciendo saltar con violencia hacia el exterior los muros y los
techos.
Se observan, por término medio, cerca de 200 tornados
por año en los Estados Unidos de América. El valle del misisipí es la región
del mundo donde son más frecuentes. Sin embargo, los tornados pueden producirse
en todas las regiones de la tierra sobre los continentes y originan daños
considerables cuando se producen en regiones habitadas.
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