En algunas ciudades, la visibilidad puede encontrarse
sensiblemente reducida a causa de la presencia de partículas de aceite en el
aire. El origen principal de estas partículas es el escape de los vehículos de
motor. En numerosas ciudades, se investiga activamente para encontrar el medio
de reducir la contaminación por partículas oleaginosas, procedentes de focos
industriales o de vehículos de motor.
domingo, 9 de diciembre de 2012
Rociones
La altura de las olas del mar crece cuando la
velocidad del viento aumenta, y por encima de cierta velocidad se forman
rociones en la cresta de las olas que rompen. Si la velocidad aumenta todavía
más, se forman estelas de raciones que son arrastradas en el aire.
Cuando el viento excede de viento muy duro (41 a 47
nudos) los rociones comienzan a reducir la visibilidad. Esta disminución crece
con la velocidad del viento, y cuando se transforma en huracán (más de 63
nudos) la visibilidad puede estar muy seriamente reducida.
La disminución de la visibilidad por los rociones
arrastrados por el viento se puede producir igualmente en las costas cuando el
viento procede del mar.
viernes, 23 de noviembre de 2012
Niebla y neblina
La niebla
está generalmente formada por gotitas de agua; pero, en determinadas
circunstancias, puede contener cristales de hielo. Se pueden observar
"nieblas heladas" en latitudes altas cuando la temperatura es
inferior a -20° C, a condición de que el viento sea débil y que la situación sea
favorable. En los terrenos elevados, puede considerarse la niebla como una nube
al nivel del suelo. Puede ser uno de los tipos de nubes que se forman por
ascendencia adiabática.
Sin embargo,
en general, la condensación tiene lugar preferentemente por la presencia de una
superficie fría subyacente. En este caso, se producen dos tipos distintos de
niebla:
A)
niebla de radiación, que resulta del enfriamiento del suelo par la radiación
nocturna;
B)
niebla de advección, provocada por la advección del aire, relativamente cálido,
sobre una superficie fría.
Las nieblas
de radiación se producen durante una noche despejada. El suelo se enfría por
radiación y el aire que está en su contacto se enfría por conducción. Sin
embargo, debido a que el aire es mal conductor del calor, el enfriamiento puede
limitarse a algunos centímetros de aire sobre el suelo. En estas condiciones
puede formarse rocío o escarcha blanca sobre el suelo que está más frío, lo que
disminuye el vapor de agua del aire.
No obstante,
por poca turbulencia que haya, producirá una mezcla de aire de esta forma, el
enfriamiento puede propagarse hasta un espesor mayor. Si la turbulencia es
suficiente, pueden formarse stratus.
Con una
turbulencia moderada, causada por viento débil, se puede formar niebla. Las
condiciones para la formación de niebla son bastante reducidas y a causa de
situaciones locales particulares, la niebla se forma más fácilmente en
determinados lugares. De una manera general, las condiciones necesarios para la
formación de niebla de radiación son: punto de rocío bastante elevado,
enfriamiento suficiente durante la noche y ligera turbulencia.
La niebla de
advección se forma cuando se desplaza aire hacia regiones oceánicas o
terrestres más frías, siendo la temperatura de la superficie inferior al punto
de rocío del aire en movimiento. Sobre tierra, el enfriamiento por radiación
intensifica los efectos de la advección cuando el aire cálido y húmedo procede
del mar. Es lo que podría llamarse niebla de radiación y de advección.
Igualmente
la advección es la causa de la formación de nieblas en formo de humaredas en la
superficie del mar. No obstante, en este caso el aire frío conducido por
advección sobre una superficie de agua más cálida proporciona por evaporación
el vapor de agua. El efecto es similar al que se produce en invierno sobre el
agua caliente de una bañera.
Esta forma
de niebla no implica ningún enfriamiento del aire; por el contrario,
experimenta un determinado calentamiento. La niebla resulta de una adición de
vapor de agua al aire frío no saturado. Estas nieblas no se producen sino sobre
superficies acuáticas en la proximidad de focos de aire frío tales como tierras
cubiertas de nieve o bancos de hielo en los mares polares.
Los diversos
tipos de nieblas estudiados anteriormente podrían ser considerados como nieblas
de masas de aire, ya que resultan del enfriamiento en el interior de una
extensa masa de aire más o menos uniforme.
Por el
contrario, una niebla frontal resulta de la interacción de dos masas de aire.
Puede producirse de dos maneras: una de ellas es consecuencia del descenso de
la base de las nubes hasta el suelo, tras el paso de un frente, con más
frecuencia sobre las colinas o en montaña que en el llano.
Otro tipo de
niebla frontal se origina de la saturación del aire por una lluvia continua. Se
puede alcanzar así el punto de rocío sin que el aire de las capas bajas se
enfríe. Estas condiciones pueden realizarse en el aire frío antes del paso de
un frente cálido. Las nieblas prefrontales asociadas a los frentes cálidos
pueden ser muy extensas.
Las nieblas
reducen considerablemente la visibilidad y cambian uniformemente todos los
colores del espectro de la luz visible. Los procesos físicos que provocan la
niebla pueden igualmente producir neblina. En meteorología se considera que se
trata de niebla y no de neblina cuando la visibilidad es inferior a 1 km.
La mayor
parte de las nieblas se disipan por turbulencia o por calentamiento. Aunque la
turbulencia sea necesaria paro su formación, un aumento de la misma puede
disiparlas: el aire más cálido y más seco se mezclo con la niebla y las
partículas que la forman se evaporan.
La radiación
solar es absorbida por el suelo (y ligeramente por la niebla). El suelo a su
vez calienta el aire con el que está en contacto y las partículas que forma la
niebla se evaporan.
Sin embargo,
es preciso recordar que la superficie superior de la niebla es similar a la de
las nubes. Por consiguiente, refleja uno parte de la radiación solar incidente,
por lo que reduce la cantidad que llega al suelo. El calentamiento del suelo es
entonces bastante inferior a lo que sería con cielo despejado y sin niebla. La
niebla tiende, pues, con su sola presencia, a protegerse de su disipación a
causa del calentamiento por radiación solar.
jueves, 15 de noviembre de 2012
Efecto de las precipitaciones
En el caso
de precipitaciones, la reducción de la visibilidad puede ser debido, a las
gotitas de agua, y a las partículas de hielo. Algunas veces los dos tipos de
hidrometeoros se producen simultáneamente.
La
visibilidad durante la lluvia depende a la vez de las dimensiones de las
gotitas y de su número en un volumen de aire dado. La lluvia débil afecta poco,
pero una lluvia moderada reduce, en general, la visibilidad a un valor
comprendido entre 3 km y 10 km. Durante fuertes lluvias puede reducirse la
visibilidad hasta un valor comprendido entre 50 m y 500 m.
Con
llovizna, la visibilidad depende de la intensidad y puede variar desde 200 m
hasta menos de 50 m.
La nieve
reduce la visibilidad más que la lluvia. En caso de nieve moderada, la
visibilidad se reduce habitualmente a menos de 1 km. Con una fuerte nevada, la
visibilidad puede variar desde 200 m hasta menos de 50 m.
El viento
puede influir en la reducción de la visibilidad levantando la nieve del suelo,
sobre todo cuando está seca y en polvo, provocando una ventisca. La reducción
de la visibilidad a causa de una ventisca es, pues, más frecuente por la baja
temperatura, en las latitudes elevadas.
viernes, 9 de noviembre de 2012
Factores que influyen en la visibilidad
Los
principales factores que influyen en la visibilidad meteorológica son los
siguientes:
A)
|
Las
precipitaciones;
|
B)
|
La niebla
y la neblina;
|
C)
|
Los
raciones arrastrados por el viento;
|
D)
|
Las
partículas oleaginosos;
|
E)
|
El humo;
|
F)
|
El polvo y
la arena;
|
G)
|
Lo sal.
|
Instrumentos de medida de la visibilidad
Se han construido aparatos para medir la visibilidad, pero no son totalmente exactos. No hay, pues, ventaja en emplear un instrumento para las medidas diurnas, si se dispone de una serie adecuada de puntos de referencia para la observación directa.
Por el contrario, los instrumentos de medida de la visibilidad son útiles en las observaciones nocturnas o cuando no se dispone de puntos de referencia, por ejemplo a bordo de barcos.
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