A menudo es posible distinguir las torres que
sobresalen de la parte en crecimiento de una nube convectiva. Otras veces se
pueden observar masas o líneas de tormentas unidas entre sí y que se extienden
sobre distancias horizontales que sobrepasan los 50 km.
Algunas veces es posible asociar una tormenta con una
cierta unidad de circulación convectiva que se llama célula. El diámetro de una
célula tormentosa es del orden de 10 km y una célula aislada puede formarse a
partir de varios cumulus en desarrollo. En otros casos, aparecen activas torres
que sobrepasan una extensa masa nubosa.
En general, las células adyacentes tienen tendencia a
reunirse. Sin embargo, pueden habitualmente distinguirse por la configuración del
eco de sus precipitaciones en la pantalla del radar. Por otra parte, los
aviones atraviesan a menudo regiones menos turbulentas situadas en la zona que
separa las células tormentosas.
Fundándose en la velocidad y en el sentido de las
corrientes verticales se pueden distinguir tres períodos en la vida de una
célula tormentosa:
A) la
fase de crecimiento;
B) el
período de madurez;
C) la
fase final.
Durante el crecimiento existen en toda la nube
fuertes corrientes ascendentes. Aunque las observaciones por avión en el
interior de la nube indican la presencia de lluvia o nieve, parece ser que
estas precipitaciones quedan suspendidas por las ascendencias ya que en esta
etapa no llegan al suelo. La siguiente imagen representa las fases.
El período de madurez comienza cuando las gotas de
agua o las partículas de hielo caen de la base de la nube. Salvo en las
regiones áridas, estas gotas y partículas alcanzan el suelo en forma de
precipitación. Sus dimensiones y su concentración son demasiado elevadas para
que las corrientes ascendentes puedan sostenerlas.
La fricción ejercida por la caída de los
hidrometeoros ayuda a cambiar, en ciertas partes de la nube, el movimiento
ascendente en movimiento descendente. Sin embargo, el movimiento ascendente
persiste y frecuentemente alcanza su máxima intensidad en la parte superior de
la nube, cuando comienza el período de madurez.
En general, el movimiento descendente es menos rápido
y en la parte inferior de la nube es más pronunciado. Cuando el aire
descendente alcanza la proximidad del suelo se ve forzado a extenderse
horizontalmente, produciendo, a menudo, violentas ráfagas. En esta corriente,
la temperatura es más baja que la del aire que la rodea.
En este estado, una célula tormentosa va acompañada
de fenómenos violentos en las proximidades de la superficie terrestre, en
particular fuertes corrientes descendentes de aire frío, ráfagas, lluvias
torrenciales y a menudo granizo.
En la fase final, la corriente ascendente desaparece
completamente. Lo corriente descendente abarca la totalidad de la célula y, por
lo tanto, no puede producirse condensación. Esta corriente se debilita cuando
cesa la formación de gotas de agua y partículas de hielo.
Mientras la lluvia y la corriente descendente
persistan, la totalidad de la célula tormentosa es más fría que el aire que la
rodea. Cuando cesan, la temperatura en el interior de la célula recobra el
mismo valor que tiene el aire que la rodea. La disipación de la nube es
completa y no quedan más que algunas nubes estratiformes. En superficie, ha
desaparecido toda traza de tormenta y de ráfagas.