El viento
puede levantar del suelo polvo o arena que pueden ser arrastrados hacia zonas
altas. La altura que pueden alcanzar estas partículas depende de sus
dimensiones y de las condiciones meteorológicas.
Cuando se
reduce la visibilidad, menos de un kilómetro, el fenómeno se denomina, según el
caso, tempestad de arena o tempestad de polvo. Una tempestad de arena está
formada por partículas de arena bastante grandes que son demasiado pesadas para
ser elevadas a mayor altura. Los granos de arena se elevan raramente por encima
de 20 m o 30 m y no son arrastrados muy lejos de su lugar de origen.
Las
tempestades de polvo están formadas por minúsculas partículas de polvo fino
que, ocasionalmente, pueden ser transportadas a muchos kilómetros por encima de
la superficie terrestre. Se necesita que haya un determinado número de
condiciones favorables para que el polvo pueda ser arrastrado de esta manera y
permanezca en suspensión en el aire.
Ante todo es
necesario que el suelo esté seco y polvoriento. Se necesita también que el
viento alcance al menos una velocidad moderada para que pueda desplazar el
polvo. Finalmente, el aire debe ser inestable para que se produzcan movimientos
verticales suficientes. Cuando la atmósfera es estable, la turbulencia creada
por el viento está amortiguada y el polvo no se eleva sino algunos metros.
Las tempestades
de polvo pueden ser duraderas y extensas o, por el contrario, producirse
solamente en sitios asociados con ráfagas de pequeña importancia. A veces, se
las observa cuando, siendo débil o nula la nubosidad, el suelo está
sobre-calentado por el sol y en sus proximidades se establece un gradiente
vertical muy elevado de temperatura.
El tipo más
corriente de tempestad de polvo resulta de vientos fuertes que efectúan un
largo recorrido sobre el desierto. Cuando la atmósfera es inestable estas
tempestades de polvo pueden durar varias horas. Entonces la visibilidad puede
estar reducida a algunos centenares de metros o, incluso, excepcionalmente, a
algunas metros. Pueden persistir durante la noche, pero entonces son
generalmente menos activas en razón de la disminución del gradiente vertical de
temperatura.
Las pequeñas
partículas de polvo arrastradas por las tempestades de polvo de diversos tipos
se difunden progresivamente en toda la atmósfera. Algunas de estas partículas
son demasiado pequeñas para caer por gravedad con una velocidad apreciable. Las
masas de aire de origen desértico presentan un aspecto brumoso durante largo
tiempo y no se tornan claras sino por acción de la lluvia o de la nieve a miles
de kilómetros del lugar de origen del polvo.