La formación de las nubes y de las precipitaciones en la atmósfera resulta, lo más frecuentemente, de los movimientos verticales. A veces, se hacen visibles por la formación de nubes, pudiéndose producir igualmente los movimientos verticales en ausencia de nubes.
Aunque la amplitud de los movimientos verticales sea en general en la atmósfera bastante menor que la de los movimientos horizontales, pueden, si están bien desarrollados o extendidos, tener efectos importantes.
Los movimientos verticales son la causa de diversos fenómenos meteorológicos. Así, pueden provocar ráfagas o calmas irregulares durante algunos segundos o bien movimientos ascendentes o descendentes potentes que persisten durante algunos minutos en las tormentas. Movimientos más lentos pero más extensos pueden mantenerse durante varios días a escala sinóptica.
Todos estos movimientos están ligados a la estabilidad vertical de la atmósfera como acabamos de ver.
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