El examen del registro de un anemógrafo muestra que
el viento en superficie sufre variaciones rápidas e irregulares de velocidad y
de dirección. Estas fluctuaciones indican que el flujo de aire es turbulento,
formándose numerosos torbellinos en las proximidades de la superficie
terrestre.
Es difícil determinar la estructura exacta de estos
torbellinos, que son muy irregulares. En particular, sus ejes de rotación
pueden tener todas los direcciones.
El grado de turbulencia se ha demostrado que depende
de numerosos factores tales como la velocidad del viento, la rugosidad de lo
superficie, el gradiente vertical de temperatura, etc.
Los meteorólogos distinguen entre dos tipos de
turbulencia:
A) la turbulencia térmica;
B) la turbulencia mecánica.
La turbulencia térmica resulta de la convección
debido al calentamiento en superficie por la insolación del suelo. Puede
igualmente originarse del paso de una masa de aire relativamente fría sobre una
superficie terrestre u oceánica más caliente
El aumento de la temperatura en las capas muy bajas
tiene como consecuencia el aumento del gradiente vertical de temperatura,
haciéndose finalmente la atmósfera inestable. Las corrientes de convección que
se desarrollan son una forma de turbulencia.
En las nubes convectivas y en las tormentas
particularmente, la liberación de calor latente suministra una energía que
provoca movimientos ascendentes y descendentes que corresponden a torbellinos
de gran escala. Estos torbellinos, a su vez, originan torbellinos más pequeños
de tamaños diversos.
La turbulencia térmica o la convección no provocan
siempre la formación de nubes. En las regiones calientes y áridas, la humedad
de la atmósfera puede ser insuficiente para que la condensación se produzca. La
turbulencia puede, sin embargo, ser muy grande en estas condiciones. Las
aeronaves son muy sensibles a ellas. La turbulencia se manifiesta por los
"meneos", como sucede a un automóvil en un mal camino. Los efectos de
la turbulencia se perciben cuando se forman tempestades de arena o de polvo, en
las regiones donde se producen.
El otro tipo de turbulencia, la turbulencia mecánica,
se designa igualmente por la expresión de turbulencia de rozamiento. Es muy
generalizada y resulta de lo rugosidad del suelo. La turbulencia se acentúa por
el paso del aire sobre los edificios, los árboles, las colinas, etc. También
puede originarse por la cizalladura del viento.
Cuando un fluido circula en las proximidades de una
superficie límite estacionaria, la velocidad, que es nula en contacto con la
superficie, crece progresivamente al atravesar la capa de rozamiento o capa
límite. A distancia suficiente, la velocidad del fluido no se altera por la
presencia de la superficie límite: es el movimiento libre que no es frenado por
el rozamiento. El movimiento es regular o laminar cuando la velocidad del
movimiento libre es inferior a un valor limite que depende del fluido y de la
estructura de la superficie.
Al contrario, cuando la velocidad del flujo libre
pasa de un cierto límite, el movimiento se hace inestable y se transforma en
movimiento turbulento.
Los torbellinos se forman cerca de la superficie
límite y derivan luego hacia la corriente. La capa de rozamiento o capa límite
es más espesa cuando el movimiento es turbulento.
Los torbellinos producidos en el curso de la
turbulencia mecánica tienen ejes que pueden tener todas las direcciones. Se
desarrollan tanto más fácilmente cuanto la velocidad del viento es más elevada
y el gradiente de temperatura más grande.
La turbulencia mecánica es menor sobre el mar o sobre
un terreno relativamente liso. La turbulencia mecánica se reduce cuando la
atmósfera es estable o el viento es débil.
Una turbulencia intensa puede producirse a gran
altitud en aire despejado. Es la turbulencia en aire claro. Constituye
frecuentemente un peligro para las aeronaves que vuelan a esas altitudes.
Los efectos de los diversos tipos de turbulencia se
estudiarán con detalle un poco más adelante.
La temperatura de la atmósfera decrece en general
cuando nos elevamos en altitud. Acontece, sin embargo, que la temperatura crece
con la altitud en ciertas capas de la atmósfera. Se dice entonces que hay una
inversión de temperatura, o, más simplemente, inversión.
La inversión puede producirse a partir del suelo; se
dice que es una inversión en superficie o de capas bajas. Cuando la inversión
se produce en una capa situada a una cierta altitud se denomina inversión en
altitud.
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