Uno de los métodos que se utilizan para apreciar la
posibilidad de movimientos verticales en la atmósfera, consiste en estudiar el
desplazamiento vertical de partículas de aire que se suponen inicialmente en
equilibrio con sus vecinas; las fuerzas que actúan sobre ellas se compensan
exactamente.
Si, después de un pequeña desplazamiento vertical
hacia arriba, la partícula tiende a volver a su nivel, su equilibrio es
estable. Se dice que la atmósfera es estable. En una atmósfera estable los
movimientos verticales son limitados o no existen, el desarrollo vertical de
nubes es débil.
Por el contrario, se trata de una atmósfera inestable
cuando la partícula de aire desplazada hacia arriba tiende a continuar
elevándose. En una atmósfera inestable, los movimientos verticales predominan y
pueden, si el aire alcanza la saturación, formar nubes de gran desarrollo
vertical.
Por fin, la atmósfera puede estar en equilibrio
indiferente, es decir, que la partícula de aire desplazada queda en equilibrio
en la nueva posición.
En los tres casos, el sentido del desplazamiento que
tiende a tomar la partícula de aire en su nueva posición depende de la
temperatura que ha alcanzado en comparación con la del aire que le rodea.
El equilibrio estable, inestable o indiferente de la
atmósfera depende, pues, de la variación de la temperatura con la altitud.
Examínense sucesivamente el caso del aire no saturado y el del aire nuboso.
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